La demagogia es el enemigo más peligroso de la democracia, como demuestra la salida de Reino Unido de la Unión Europea.
Tres años después del referéndum en el que se inició la onda expansiva populista que arrasa las democracias, el Brexit está fuera de control y ha obligado a Theresa May a aceptar un aplazamiento condicional de su entrada en vigor hasta abril. Es evidente que Charles Péguy tenía razón al decir que “el triunfo de los demagogos es pasajero, pero sus ruinas son eternas”.
El proyecto de acuerdo con la Unión defendido por May fue rechazado el 15 de enero y el 12 de marzo, y el presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, ha excluido la posibilidad de una tercera votación apelando a una norma de 1604. La Cámara también rechazó, el 13 de marzo, una salida sin acuerdo. El Reino Unido no puede ni salir de la UE ni permanecer en ella.
En Londres, la crisis política se ha convertido en una crisis constitucional, y la única solución está en Bruselas, con el aplazamiento de la salida, prevista inicialmente el 29 de marzo. Pero también allí hay un gran lío. El Gobierno británico quiere la prórroga para renegociar el acuerdo, mientras que los Veintisiete condicionan el aplazamiento hasta abril a la votación del acuerdo firmado con el Gobierno británico.
El Brexit, del que nadie sabe ya ni su propósito, ni su contenido, ni su calendario, ha creado una incertidumbre que ha sumido al Reino Unido en una crisis sin fin. En el plano económico, el crecimiento ha bajado del 2,8% al 0,8%, y una salida sin acuerdo se traduciría en una recesión brutal. La inversión ha retrocedido un 1% anual. La sociedad está fracturada y la violencia está aumentando, como muestran las agresiones con arma blanca en el área metropolitana de Londres. La posibilidad de la llegada al poder de Jeremy Corbyn en caso de elecciones llevaría de nuevo al país a su decadencia de los años setenta y a dejar de ser un socio fiable en materia de defensa y seguridad.
El nudo gordiano del Brexit no lo puede resolver una clase política que ha perdido todo sentido de Estado y del interés nacional
Se ha demostrado que todas las promesas de los que promovían el Brexit eran engaños: la liberación del crecimiento gracias a emanciparse de las normas y los impuestos europeos, la subida de los salarios después de cortar la inmigración, la reinversión en sanidad y educación del dinero que se aportaba a la UE, la devolución de la soberanía al Parlamento y los tribunales británicos, la recuperación del lugar debido en la globalización, una salida rápida, fácil y sin costes.
El Brexit es el golpe histórico más devastador para el Reino Unido desde la guerra de 1914. Está acabando con todo lo adquirido con las reformas emprendidas desde los años ochenta, la enorme influencia que había logrado tener en la UE y su posición como cabeza de puente de Europa en la globalización. Por eso es importante extraer todas sus lecciones.
- La democracia muere, para empezar, desde dentro, y la demagogia es su enemigo más peligroso, como demuestra la caída del Reino Unido, que considerábamos, equivocadamente, el mejor equipado para resistir.
- No es Europa la que deshace las naciones, sino la crisis de las naciones la que amenaza a Europa.
- El nudo gordiano del Brexit no lo puede resolver una clase política que ha perdido todo sentido de Estado y del interés nacional y solo se guía por intereses partidistas y a muy corto plazo.
- Los Veintisiete tienen razón en querer evitar un Brexit no coordinado, garantizar la normalidad de las elecciones europeas y contrarrestar la voluntad británica de destruir la Unión en cuanto el Reino Unido se vaya.
- La democracia afronta una tormenta sin precedentes desde la década de 1930, y ha mostrado carencias a la hora de abordar las transformaciones y los peligros del siglo XXI: globalización, envejecimiento demográfico, migraciones, yihadismo. Pero a los demagogos les va mucho peor, como indica la deriva de la Italia de Matteo Salvini y Luigi di Maio hacia la recesión y la lealtad a la China de Xi Jinping.
- El desastre del Brexit tiene un efecto pedagógico. No solo sus partidarios están aislados en Europa, sino que su fracaso ha convencido a otros movimientos populistas, desde Francia hasta Hungría, pasando por Italia, de renunciar a salir de la UE y del euro.
- Para que las naciones de Europa retomen el control de su destino frente a las amenazas de los EE UU de Trump en el ámbito comercial, la China de Xi en el ámbito de la deuda y la Rusia de Putin en la manipulación informativa, es necesario reafirmar la soberanía de la Unión y reorientarla hacia la seguridad.
El Brexit es buen ejemplo de la profética advertencia de Churchill: “El león británico, antes tan feroz y valiente, tan intrépido e indomable durante las pruebas del apocalipsis, hoy puede ser capturado por los conejos de los campos y bosques de su gloria de antaño”. En este momento en el que los demagogos han reducido a los británicos a la condición de conejos, la libertad política solo sobrevivirá si los europeos se transforman en leones.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.